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La segunda mitad del siglo XIX está dominada por dos tendencias literarias que tienen su reflejo también en la literatura dramática y en la forma de representación teatral: el Realismo y el Naturalismo.

El teatro del realismo
A mediados del s. XIX, Europa un movimiento cultural pretendía acabar con las tendencias implantadas por el romanticismo.
El Realismo en teatro presenta un lenguaje cotidiano y familiar y sus personajes no sólo hablan en forma natural, sino que poseen una psicología de seres comunes.
El teatro de esta época se caracteriza por la presentación de contrastes: tradicionales y campesinos, modernos y urbanos o el éxodo del campo a la ciudad y los dilemas morales que estas situaciones provocan.
Entre las características generales del teatro realista se encuentran:
  • La presentación objetiva de la realidad: El principal recurso de los dramaturgos de la época es: la observación directa de las costumbres o caracteres psicológicos.
  • Temas cercanos al espectador: defensa de ideales, conflictos matrimoniales...
  • Se emplea un lenguaje coloquial: Sitúa a los personajes en su ambiente real.


El teatro del naturalismo
El Naturalismo, como tendencia literaria, implica otros principios más complicados, basados en teoría científicas que aparecen en aquella época, y afecta más a los temas y al tratamiento de personajes y acciones.
El naturalismo fue un movimiento cuyo objetivo era reproducir la realidad con una objetividad perfecta en todos sus aspectos, tanto los más sublimes como los más vulgares.
En el naturalismo se niegan los principios estéticos tradicionales para proponer una revolucionaria equiparación entre lo "bello" y lo "feo". Se reivindica lo que la gran literatura aristocrática y burguesa había rechazado durante siglos.

Los autores a destacar en el realismo del siglo XIX son:
  • Manuel Tamayo y Baus
  • López de Ayala



López de Ayala
López de Ayala (Guadalcanal, Sevilla, 1 de mayo de 1828 - Madrid, 30 de diciembre de 1879) fue un dramaturgo español del Realismo.
Fue a Sevilla para estudiar bachillerato y derecho, pero no acabó la carrera y se consagró al teatro. En Sevilla escribió su primera pieza importante, el drama histórico Un hombre de estado. Se marchó a Madrid para estrenar su obra, lo que consiguió en el Teatro Español, en 1851. El éxito de este drama le permitió además conocer a la que será su esposa, la intérprete Teodora Lamadrid.
Escribió unas catorce piezas en total, entre dramas históricos, comedias y zarzuelas. Dramas históricos como Un hombre de estado y Rioja. Como dramaturgo es muy convencional: su intención es escribir obras morales, pero no critica a fondo el sistema de valores burgués.



Manuel Tamayo y Baus
Dramaturgo español, una de las personalidades más destacadas de la transición del romanticismo al realismo en la literatura española. Tamayo nació en Madrid en el seno de una conocida familia de actores. Sus primeros años de vida transcurrieron viajando con la compañía de teatro a la que pertenecían sus padres. En 1858 fue elegido miembro de la Real Academia Española. Su obra más famosa es La locura de amor (1855), un estudio sobre los celos ambientado en la Castilla del siglo XVI, que muestra la influencia del dramaturgo alemán Friedrich Schiller. Sin embargo, y según la opinión de la crítica, su obra maestra es Un drama nuevo (1867), tragedia en prosa ambientada en la Inglaterra isabelina y que emplea, con gran eficacia, el recurso del teatro dentro del teatro, es decir, el actor desdoblado en otros personajes. Entre sus comedias destacan Lo positivo (1862), La bola de nieve (1865), Lances de honor (1867) y Los hombres de bien (1870); en ellas Tamayo ataca la hipocresía y la inmoralidad de la sociedad de su época. Considerado uno de los principales autores del siglo XIX, escribió más de cincuenta obras. Abandonó la actividad teatral en 1870 después de ser nombrado director de la Biblioteca Nacional y secretario perpetuo de la Real Academia Española.

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